cuando llegué a madrid, inmediatamente pude sentir como sus habitantes activan sus calles con actividades al aire libre favorecidas por el verano. como si sus casas fueran en el fondo las habitaciones de una gran casa que es la ciudad entera. toda esa vida corriendo por sus venas y la ausencia del sonido de los claxón fueron para mis oidos un suspiro.
a pesar de ser una ciudad bastante grande, flota en ella todavía la escala humana. el peatón sigue siendo el protagonista, y con ello, madrid es una experiencia activada por los pasos. no por acción mecánica como lo es el DF y muchas otras megaciudades latinoamericanas.
llamó en especial mi atención como el transporte público es el terreno más neutro dentro de la ciudad. el metro como un lugar donde el silencio producto del anonimato se hace presente. como el espacio público es de todos, nadie se lo apropia. en el DF esto no es posible. es más bien al revés: como el espacio público es de todos, todos lo transgreden.
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